El Colegio Santa María La Nueva y San José Artesano clausura su cincuentenario

El Colegio Santa María La Nueva y San José Artesano clausura su cincuentenario

El Colegio Santa María La Nueva y San José Artesano clausura su cincuentenario

El Colegio diocesano Santa María La Nueva y San José Artesano de Burgos, cuya dirección pedagógica está confiada a la Institución Teresiana, ha culminado la celebración de su cincuentenario junto a otro colegio diocesano, San Pedro y San Felices, que también ha celebrado su 50 aniversario en 2016.

El 10 de noviembre ambas Comunidades Educativas se dieron cita en el Auditorio Caja Círculo en Julio Sáez de la Hoya, donde tuvo lugar una conferencia a cargo del Doctor Rafael Díaz-Salazar bajo el título “Educar ¿para qué?, retos de una educación cultivadora de humanidad y ciudadanía ecosocial”.

Rafael Díaz-Salazar, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense, está especializado en sociología de las desigualdades internacionales y en sociología de la religión; es premio extraordinario de doctorado por su tesis sobre el pensamiento de Gramsci; ha sido invitado por diversas universidades de América Latina y es autor de obras como Redes de solidaridad internacional, Trabajadores precarios, El factor católico en la política española, Justicia Global, Las alternativas de los movimientos del Foro de Porto Alegre, La izquierda y el cristianismo, Educación y cambio ecosocial, Del yo interior al activismo ciudadano…

El ponente, tras felicitar a los dos centros por su aniversario, compartió con los asistentes una serie de reflexiones sobre el modo de entender la educación en el siglo XXI: El educador «ha de orientar su acción hacia unos fines y unas convicciones muy claras». Tiene que contemplar la educación como algo más que enseñar o instruir, tiene que escuchar «el grito de los empobrecidos y de la tierra herida, violada y devastada por la sociedad de consumo» y articular su curriculum de modo que contribuya a dar respuesta a los principios que deben constituir su auténtica finalidad.

En todas las etapas educativas, el profesorado debe ayudar a sus alumnos para que logren «ser personas» y descubran su sentido de la vida, su vocación, su misión y lleguen a descubrir su profesión. Es necesario educar la interioridad del ser humano, el autoconocimiento; ayudarles a ser reflexivos, analíticos, a construir su ser moral; incentivar el amor al arte, a la belleza, a la naturaleza; orientarles hacia el descubrimiento de la meditación y la contemplación y «vincular el yo interior con el sufrimiento social y ecológico».

Hay que conectar cada asignatura con los problemas reales de la humanidad para formar buenos profesionales que sean transformadores y activistas sociales. En eso consiste un buen centro educativo, sobre todo cuando «tiene raíces en el Evangelio de Jesús de Nazaret», dijo Rafael Díaz-Salazar.

Ese es el gran valor de los colegios católicos como los dos que se reunieron esta tarde en este acto de clausura de su cincuentenario. En sus 50 años de vida «han tenido presente el grito de los pobres y de la tierra» y, por eso, Díaz Salazar animó a sus profesores a mirarse a sí mismos y pensar en cuánto bien hacen por ser educadores y cuánto amor se puede seguir dando a quienes tienen en sus aulas.

El acto ha concluido con el agradecimiento de los responsables de los centros por el fuerte impulso que suponen las reflexiones de Díaz Salazar para los proyectos educativos de estos dos colegios, de cara a «propiciar una educación para la acción desde lo que nos hace más humanos: la compasión, la solidaridad, la justicia y la paz».