Proyecto: Sombras y luces: del caos a la creación

Componentes del proyecto: Carlos Álvarez Cuenllas, Roberto Gozalo Martínez, César Antolín Hospital, Tania Suárez Caballero, Elena Casado García y José Carlos García Gerrero.

Coordinadora: Ana Isabel Martínez de Paz.

Resumen: Sombras y luces es un proyecto interdisciplinar realizado en el Colegio Marista San José de León, un teatro de sombras para los alumnos de 3º ESO, en el que participan varias asignaturas: Música, Plástica, Educación Física, Lengua Castellana, Biología, Tecnología y Tutoría.

En este proyecto, se ha intentado que los alumnos expresen con libertad su mundo interior, con sus sombras y sus luces.

A través de la música, los alumnos crearán su propia banda sonora. Inventarán o adaptarán una historia. Empleando las luces de colores, la interpretación y la puesta en escena, proyectarán sobre una pantalla cada escena, a modo de sombras. Habrá un narrador que introducirá cada una de las cinco escenas de que consta la historia, intervalo que se aprovechará para hacer el cambio del escenario.

Como decía Gregory Maguire “el ojo es atraído por la luz, pero las sombras tienen mucho más que contar.”

¿La proyección de las sombras sobre una pantalla puede ser un recurso para hacer crecer a nuestros alumnos y alumnas como personas?

Generalmente, cuando hablamos de educación, lo primero en lo que pensamos es en las aulas. La educación ha sido limitada a lo académico muchas veces y, desafortunadamente, hemos restado importancia a otras prácticas, espacios y escenarios que son tan importantes para la formación de las personas.

Educar la sensibilidad artística, social y emocional es un compromiso al que los educadores no debemos renunciar, porque, si una persona no puede expresar lo que piensa, siente y valora, ya sea porque no lo ha aprendido o porque no tiene espacios para hacerlo, sencillamente no es una persona “completa”, libre y por lo tanto feliz.

Por eso es fundamental educar la sensibilidad en los niños y adolescentes, y un buen medio es a través del arte y la reflexión, para que puedan expresarse y compartir con los demás sus sentimientos y mejorar sus posibilidades comunicativas.

La sensibilidad es educable, favorece el respeto y mejora la comprensión hacia los demás.

¿Qué nos propusimos con este proyecto?

Después de aunar los objetivos generales y específicos de las materias implicadas en el plan, los profesores decidimos seleccionar una serie de objetivos, partiendo siempre de un eje central: el desarrollo de la competencia y la inteligencia emocional. Con esta iniciativa pretendemos educar y formar personas “emocional y espiritualmente inteligentes”.

Además queremos presentar a los chicos y chicas una situación real, crear y representar un teatro de sombras. Pretendemos que sepan desenvolverse en distintas situaciones; hacer el guión, declamarlo, diseñar y realizar el atrezzo, hacer la banda sonora e interpretar los distintos personaje de la historia, es decir, hacerlo todo.

Y todo ello, aderezado con la resolución de conflictos, nervios y desánimos que se suceden con cierta frecuencia durante el desarrollo de todo el largo proceso, en el primer trimestre del curso escolar.

Comenzamos con una idea: “todos somos diferentes pero trabajamos juntos para crear un producto final de calidad estética, y además lo compartiremos con el resto de la comunidad educativa”.

Los inicios son ilusionantes y caóticos a la vez y, por eso, nuestra labor es fundamental para canalizar ese derroche de energías de nuestros adolescentes.

Tenemos que potenciar y crear una auténtica vocación de trabajo en equipo que prime el sentido solidario y colectivo sobre los intereses o logros personales o de un minoritario grupo de trabajo. Al final todos se van a subir al escenario y el público va a percibir la calidad del teatro como un todo, no como la escena dos o la cinco.

Tantas horas de andamiaje individuales y colectivas nos dan para todo, para que aflore lo mejor y lo peor de cada uno de nosotros, como sucede en la vida misma.

Nos sumergimos en un vaivén de sombras y luces que se filtran a través de la tela. Y, verdaderamente, las dos son imprescindibles para llegar a la creación colectiva, para conseguir el bien común.

La magia de estas experiencias teatrales radica en saber transformar el conflicto en oportunidad, la solución imposible en un abanico de posibilidades. Y nuestros chicos y chicas van consiguiendo superar estos retos; y nosotros, los docentes, los maestros, siempre estamos ahí, acompañándoles en el camino, facilitándoles su tarea con múltiples referencias y teniendo la suerte de poder verles crecer.

Y por fin llega el momento estelar: se abre el telón; en esos momentos, la sensibilidad está a flor de piel. Vemos a los alumnos subidos en el escenario, dándolo todo, comprobando cómo experimentan en su ser que lo bien hecho requiere grandes esfuerzos, pero que merece la pena, porque los resultados nos sorprenden a todos por su calidad. Son instantes de deleite, de plenitud, que diluyen los malos momentos pasados y hacen emerger la ilusión necesaria para poner en marcha el próximo teatro.