El Instituto Politécnico Cristo Rey de Valladolid cuenta con una de las mayores oferta formativa especializada en Ciclos Formativos de Castilla y León. Su tradición en este tipo de formación y su vocación por la innovación pedagógica y su integración de las nuevas tecnologías en el aprendizaje convierten a este centro en referente en Formación Profesional. Hablamos con su director, José Luis Muñoz, que analiza la situación actual de la FP y habla del futuro.
¿Qué rasgos característicos tiene su centro de Formación Profesional, el Instituto Politécnico Cristo Rey?
Es un centro con mucha tradición en FP y reconocimiento en las empresas del entorno. Trabajamos todas las etapas de Formación Profesional: Básica, Grado Medio y Superior, todos ellos concertados, con una muy alta empleabilidad y con todo tipo de alumnado, muy inclusivo. Si fuera otro tipo de enseñanza, podríamos decir que es una oferta basada en el modelo educativo “STEAM”. También se imparte formación continua y a desempleados.
Uno de los rasgos más característicos de nuestro centro es la permanente adaptación a los cambios legislativos y laborales, adaptando la oferta de estudios a las necesidades de los alumnos y de las empresas. La relación con éstas es constante.
Precisamente, las empresas valoran de nuestro alumnado no solamente la competencia técnica y profesional, sino las personales y sociales, destacando su compromiso y responsabilidad en el desempeño de las tareas. Se cuida a la persona en todas sus dimensiones, y se complementa el programa académico con el desarrollo de otros objetivos que buscan la formación integral de la persona.
Nuestro activo más valioso es el profesorado: cercano, accesible, formado en técnicas pedagógicas y en la visión y valores de un centro de la Compañía de Jesús.
¿En qué quieren incidir para destacar su oferta formativa y su estilo de educación?
La oferta formativa está vinculada a una muy alta empleabilidad en los sectores de la fabricación y producción industrial de equipos y sus servicios. Trabajamos en ámbitos complementarios, de manera que el profesorado tiene una magnífica visión de conjunto de la industria y sus procesos. Por ello, cada docente dispone de una gran variedad de conocimientos, en una amplia gama de materias y especialidades. Son profesionales multidisciplinares, la mayoría.
Nuestros ciclos formativos están todos concertados y pertenecen a las familias profesionales de Instalación y mantenimiento industrial, Electricidad y electrónica, Informática y telecomunicaciones, Automoción y Fabricación mecánica. Todos ellos son sectores con una demanda de empleo elevada y sostenida. Actualmente tenemos más de 350 acuerdos con empresas para que los alumnos puedan hacer en ellas las prácticas.
El repertorio de Ciclos que ofrece Cristo Rey es muy estable desde hace muchísimos años y cuando se ha ampliado y enriquecido ha sido pensando en atender a sectores nuevos y de futuro. En alguno de ellos hemos sido pioneros, como en los de la Electrónica, Informática y telecomunicaciones y Mantenimiento industrial. Llevamos trabajando en alguna de nuestras enseñanzas más de 50 años. Esto nos ha permitido atesorar una gran experiencia en esos campos, así como un profundo conocimiento de las empresas, y ellas de nosotros.
La oferta global se diseñó pensando en las necesidades de empleo de las empresas, pero con un planteamiento educativo. Es decir: que los alumnos pudieran ingresar en el centro con 3 años y terminar, actualmente, en un Grado Superior en el mismo colegio, pasando si lo desean por un Bachillerato, también concertado. Los ciclos de FPB tienen continuidad en la misma familia profesional en los de Grado Medio y éstos en los de Superior.
A esta formación la acompaña la formación continua y de desempleados que se desarrolla en los mismos campos y sectores, pero bajo otra normativa, aunque el fin es el mismo siempre: que el alumno adquiera y mejore las competencias.
Nuestro estilo de educación está claramente inspirado en la tradición educativa de la Compañía de Jesús: experiencia, rigor y profundidad, exigencia para trabajar más y mejor, permanente crítica y evaluación… todo ello aplicado a las características de la formación profesional.
Se trata de educar a la persona y de instruir al profesional. En otros términos: se busca formar al joven en los aspectos profesional, personal y social, que sea competente en todos ellos. Para nosotros, éste es un trinomio inseparable.
Desde los orígenes del centro, la enseñanza se plantea para que el alumno aprenda en un equipo de trabajo y de una manera eminentemente práctica, haciendo y experimentando para construir el conocimiento con esta base, acompañándolo con los contenidos teóricos necesarios. La metodología basada en realizaciones prácticas y proyectos se ha empleado desde siempre.
Lo que más destacan positivamente los alumnos de nuevo ingreso en Cristo Rey son es: que ellos mismos hacen y aprenden, y por otro lado la atención y relación con el profesorado.
¿Cómo son los alumnos que reciben en sus aulas?
Hace unos cuantos años podríamos haber hablado de alumnos tipo, con el riesgo que puede acarrear el generalizar. Pero la crisis económica ha cambiado las características e intereses del alumnado que actualmente atendemos, incluso las edades de inicio en los estudios y las experiencias previas. Aun así, podríamos decir que todos desean una inserción profesional rápida en empleos que les permitan progresar y desarrollarse como personas y profesionales, y destaco el aspecto personal porque creo que es decisivo para un buen desempeño profesional. Este es un elemento nuevo que antes no se percibía tan claramente: no quieren el empleo mejor remunerado, quieren el que más les llene o realice como personas, sin olvidar, claro, que esté debidamente reconocido.
En Formación Profesional Básica atendemos a un alumnado muy variado. Unos cursan esta formación por una incorrecta orientación escolar, otros porque la enseñanza obligatoria no ha sabido o podido, que de todo hay, resolver sus problemas, pero, en general, son jóvenes con poco éxito en los estudios cursados hasta entonces y poca proyección en Secundaria. No son muchos los que están en esta etapa por vocación. La realidad es que, pasado un tiempo de adaptación, la mayoría rinde bien y al terminar el curso unos lo hacen con un contrato en la empresa donde han realizado las prácticas, otros se emplean al poco tiempo y un buen porcentaje continúa sus estudios en Grado Medio. En esta etapa, los alumnos proceden en su mayoría de la ESO. La edad de inicio, es parecida a la de FPB, pero la componente vocacional en su decisión ha crecido notablemente. Están en Grado Medio porque quieren trabajar o bien porque quieren iniciarse académicamente en enseñanzas no obligatorias por la vía de la Formación Profesional. La empleabilidad es elevada, pero muchos deciden continuar su formación en Grado Superior. Aquí la edad de inicio es muy heterogénea, así como la procedencia del alumnado. Unos vienen de Bachillerato, otros de Grado Medio, algunos de la Universidad, incluso hay graduados que buscan reorientar su carrera profesional o lograr una práctica que creen necesaria y que no han encontrado en sus estudios anteriores. También están los que, afectados por la crisis, la globalización, la industria 4.0 y otras amenazas a su empleo, deciden iniciarse en una nueva profesión con más empleabilidad que en la que se encontraban. La vocación y decisión al afrontar estos estudios es mayor, así como su motivación. Claramente quieren trabajar al finalizar el ciclo, aunque algunos continúan en Grados universitarios de tipo técnico, que es otra excelente opción, porque estos titulados son muy apreciados por las empresas, sobre todo en las de carácter industrial de fabricación y montaje. No se lo ponen fácil las circunstancias, porque a pesar de todo, la empleabilidad de nuestros titulados en Grado Superior es muy elevada.
En Formación Profesional Continua colaboramos con empresas multinacionales formando a sus trabajadores en el manejo de equipos y procesos. No es el grueso de nuestra formación y es muy complicado encajarla en el organigrama y la gestión diaria de un centro educativo y la verdad, tampoco lo hacemos por generar ingresos, mal endémico de la FP en España. Es otro tipo de alumno que supone un reto para el centro y sus profesores, tan acostumbrados a recibir jóvenes sin experiencia o poca y con otras perspectivas. Son gente que viene a aprovechar el tiempo y a aprender para resolver sus problemas diarios e inmediatos, que es lo que les da de comer. Nos ayuda a contrastar nuestra valía, tanto docente o pedagógica como la más técnica de conocimientos aplicados, y motiva al profesorado para estar actualizado, además de ser una magnífica forma de estar en contacto con la industria. En cuanto a la formación a desempleados podría decir prácticamente lo mismo, solamente que aquí, además, por la tradición formativa del centro y el prestigio en el entorno, algunos esperan que podamos ayudarlos a encontrar trabajo. También se hace una labor humanitaria buena porque en muchos casos son personas que están desanimadas, con una presión muy grande para emplearse por sus circunstancias personales. A veces supone un baño de realismo para el profesor dar clase a estos alumnos y después se nota al trabajar con los de Ciclos Formativos, pues te ayuda a ver en ellos a personas, y no solamente a aprendices.
¿Qué éxitos puede destacar de su formación en FP en los últimos años?
El éxito más gratificante es el de seguir contando con la confianza de los alumnos y de sus familias para acompañarlos en su formación. Después de 78 años en FP, el hecho de continuar con ella y con las aulas y talleres llenos es realmente un éxito.
También creo que es un logro que empresas de reconocido prestigio hayan contado con nosotros como colaboradores para poner en marcha programas formativos que han servido como embrión y laboratorio de experiencias para la FP dual. Hace años nos sucedió lo mismo con las prácticas en empresa: En nuestro centro se implantó un programa que después vimos reflejado en los oficiales como la “Formación en Centros de Trabajo”. En aquellos años, me refiero a la década de los 80 del siglo pasado, iniciamos lo que llamábamos “Prácticas en empresa”. Actualmente somos uno de los centros con mayor número de alumnos en FP dual: 81, y con programas en todos los Ciclos de Grado Superior. Pero quiero destacar que, además, somos uno de los que tienen mayor número de convenios con empresas. Quiero decir con esto que cuidamos esta fase de la formación y pocas veces coinciden varios alumnos en la misma empresa. Preferimos que no estén arropados por compañeros, para que la práctica laboral sea lo más real posible.
Otro éxito es que tenemos ya un cierto número de alumnos trabajando en países de la Unión Europea, como fruto de la participación en los programas Erasmus y nuestra estrategia de internacionalización del alumnado
Y un éxito que en justicia creo que debo destacar es que, al haber renovado en los últimos años prácticamente a todo el claustro por jubilación del profesorado anterior, las nuevas incorporaciones han recogido la tradición formativa del centro, basada en el rigor, y con fidelidad creativa están implantando procesos de renovación pedagógica y actualización técnica. Parte de este éxito es la participación de profesores y alumnos, con la obtención de premios y menciones, en concursos de habilidades técnicas, de buenas prácticas y de innovación.
En cuanto a reconocimientos y premios podemos citar, entre los últimos y por no hacer referencia a los del siglo pasado, dos premios nacionales de FP, uno en Mantenimiento de Equipo Industrial y otro en Sistemas Electrotécnicos Automatizados, aunque para ser honestos, estos premios son a los alumnos, no al centro educativo.
¿Qué le pasa a la Formación Profesional en España? Se habla de un problema estructural, de percepción social… Sin embargo, su empleabilidad sigue siendo muy alta ¿A grandes rasgos cuál cree que son los principales obstáculos para el crecimiento de la FP en nuestro país y en Castilla y León?
Si se echa un vistazo a las estadísticas de PISA de la OCDE sobre España y a la tasa de abandono escolar, comprobaremos que los indicadores no son excelentes. Además, si añadimos que la FP siempre ha sido la “hermana fea” del sistema educativo español, entonces tenemos casi la tormenta perfecta. A pesar de todo, la estadística corrobora el aumento sostenido del número de alumnos matriculados en F.P., es decir, que en un país con tasas de natalidad bajas y negativas en algunas zonas, la FP está creciendo, lo cual indica que la percepción social ha mejorado mucho, y hay margen de mejora. Cada vez más personas se dan cuenta de que es la opción más rápida para obtener un empleo de cierta calidad. Ya hay casi más alumnos que deciden realizar un ciclo de F.P. que los que optan por cursar un Bachillerato.
Sobre obstáculos para el crecimiento y que afectan a todos los implicados en la FP, a muy grandes rasgos, en España ésta se sigue considerando, como una enseñanza postobligatoria, prolongación de la Secundaria o del Bachillerato. Debería tener un desarrollo independiente de las anteriores, con una estructura administrativa y política propias o específicas y diferenciadas de las otras enseñanzas, que potenciara su valía y no se pensara en ella como la enseñanza que resuelve el fracaso y abandono escolar.
Otro impedimento para el crecimiento de la FP es el empleo de personal con sobretitulación o sobrecualificación en empresas e industrias. Ocupaciones para titulados de Grado Superior se cubren con titulados universitarios, y así sucesivamente en orden descendente, lo que no ayuda a que el titulado en FP tenga la debida consideración en la empresa, tanto por su salario como por la posibilidad de progresión de su carrera profesional. Es un disparate económico y social.
Más obstáculos: a los centros de formación les es imposible formar a los alumnos tal como los necesitan las empresas y la industria. Según la empresa Manpower, uno de cada cuatro ofertas de empleo no se puede atender porque no se encuentra a personal con la cualificación necesaria para el mismo. Los centros formativos no tenemos recursos económicos suficientes para financiar la formación del profesorado y los equipos didácticos que serían necesarios para atender las cambiantes necesidades de las empresas, y lo que es peor: no somos capaces de generar esos recursos por nuestros modelos administrativos y de gestión. Tampoco ayudan: el rígido modelo en duración y estructura actual de los currículos formativos, que puede que no sean los más adecuados; que haya tanta normativa y modelos de FP como Gobiernos Autonómicos, que seguramente compliquen la planificación y la política común nacional, y en consecuencia también los acuerdos de formación con empresas de implantación nacional e internacional; esto unido a la escasa posibilidad de incentivación al profesorado para que se actualice y que en ocasiones acaba por desmotivarlo.
Los jóvenes siguen sin ver la FP como una oportunidad laboral y continúan apostando su futuro a la educación más tradicional ¿Por qué no se atrae a los estudiantes hacia la FP con igual intensidad?
¿Y por qué los Ciclos Formativos más demandados por los alumnos no coinciden con los empleos que más ofrecen y se necesitan en la industria? Porque a los jóvenes no les orientamos ni informamos correctamente, porque es imposible romper en unos pocos años los tópicos que se llevan oyendo durante décadas, porque a menudo está más valorado socialmente un alumno que ha cursado Bachillerato que otro que ha hecho Grado Medio, al igual que lo está más un titulado universitario que uno de Grado Superior. Esto es así, mal que nos pese. Se establece una especie de competencia o comparación que no tiene sentido y que no debiera ser tal, porque cada estudio conduce a un fin u objetivo, todos ellos igual de dignos y respetables. ¿Quién no ha escuchado aquello de “mi hijo no quiere estudiar así que va a hacer FP”? O esto otro: “Mire, su hijo no vale para estudiar, así que mejor que no haga un Bachillerato, o una carrera, y siga por FP”. Hace tiempo, la FP era la única vía que tenía un alumno con poco éxito en etapas educativas previas para continuar su formación y terminar con alguna titulación y posibilidad de empleo. Y con esa percepción seguimos.
Si no se les atrae, desde luego lo que puedo descartar es que no será por falta de trabajo, ilusión y vocación por la FP, pero hay que ser conscientes de que “todos luchamos por la misma parte del pastel” y “no hay pastel para todos”.
Las prácticas obligatorias en empresa y los nuevos programas de formación dual han tenido mucho que ver en que la oferta sea cada vez más atractiva, pero no parece suficiente. Es cierto que después también las condiciones laborales con las que se encuentran son mejorables, pero eso se escapa del al ámbito educativo.
Se la acusa de no ser flexible, ni moderna, ni innovadora ¿Es cierto?
Son verdades a medias, que quizá sean las peores de las mentiras.
Es flexible en cuanto a las facilidades que se le dan al alumnado para acceder y cursarla, aunque no lo es tanto a la hora de organizar o modificar los contenidos para actualizarlos. Para que sea moderna, se requiere una actualización de equipamientos y de formación que es muy difícil de afrontar y sostener.
En cuanto a la innovación, puedo decir por experiencia que no hay ningún nivel ni etapa educativa más innovador que el de FP. El alumno trabaja en realizaciones prácticas y proyectos desde siempre. Colabora con sus compañeros en las tareas y proyectos. Es más, cada alumno es para nosotros un proyecto en sí mismo. Quizá por este motivo toda la nueva corriente o moda, que cada uno le ponga el sustantivo que quiera, de renovación metodológica se ve aquí como algo “menos necesario” que en otras etapas educativas.
Se está innovando, fundamentalmente, en proyectos de colaboración con empresas, con buena voluntad y disposición por todas las partes, pero las empresas deberían comprender que esto es clave para su futuro.
Cuesta que la FP y sus currículos estén al día de las necesidades de las empresas ¿cuáles son los motivos? ¿se sienten encajonados por la legislación?
Un centro educativo nunca podrá estar al día de las necesidades de la empresa, que además dependen de cada una. Lo que hay que revisar es si el acercamiento es “suficiente”. Estamos enseñando y trabajando currículos para la Industria 2.0. y ésta está implantando la 4.0.
Todos los partidos políticos inciden en dar prioridad a la FP, incluso los últimos gobiernos y el actual, quieren apostar por ello… pero ¿qué ocurre después en la realidad de los centros?
Que el profesorado y los directivos de los centros ya han oído antes la misma canción. Algunos desde la LOGSE, y ya ha llovido. Nuestra piel se ha vuelto refractaria a los discursos y los escuchamos como “la vaca que mira pasar el tren”. Seguimos en lo nuestro, en atender a los alumnos lo mejor posible y en administrar los recursos con inteligencia y sensatez. La realidad nos empuja, a veces nos avasalla, y si queremos tener alumnos hay que resolver sus problemas y conectarlos con las empresas. Formarlos lo mejor posible, en definitiva.
Cuando se debate o se intenta una nueva reforma educativa nunca se ha orientado a lo profesional. Se debería unir más la FP a la Empresa, adecuando constantemente sus currículos a las nuevas realidades y apostar por una financiación fuerte. Nos estamos jugando, simplemente, nuestro futuro económico.
¿Es necesario un orientador en FP Básica? ¿Qué otras reivindicaciones urgentes tiene la FP en Castilla y León?
Sí, incluso la de un trabajador social a veces más que un orientador. La problemática de estos alumnos que no podemos afrontar adecuadamente y a la que no llegamos, es su desarraigo social, el trabajo con su familia o lo que queda de ella. Para los problemas de aprendizaje tenemos respuesta y posibilidades, para los otros no. Además, pienso que habría que revisar la edad de acceso.
Dejamos al margen el asunto clave, el de la financiación. Si un centro concertado de ESO pasa dificultades económicas, no quiero decir nada lo que pasamos en FP. Es imposible estar constantemente renovando y actualizando equipos y seguir el ritmo de la industria y de la empresa. Tampoco ayuda la dispersión geográfica de nuestra región y el hecho de que la inmensa mayoría de nuestro tejido empresarial sea la pequeña empresa. Pero entiendo que la Administración Autonómica hace ya un esfuerzo y que es imposible atender todas las necesidades. Mientras no haya una colaboración con la empresa en este sentido, a través del órgano u o ente administrativo que sea, seguiremos en precario. Por ejemplo, el gobierno del País Vasco tomó hace años una decisión muy importante para la FP: creó una “viceconsejería de empleo y FP” que conectó mejor la escuela y la empresa, además de crear un centro de formación para el profesorado.
Vivimos en una comunidad en la que la paz social y la convivencia es buena, comparándolo con el resto de España, por lo que percibo en los medios de comunicación. Los resultados en educación son excelentes. Y eso es un éxito de todos, no solamente de los profesores y de la Administración. Los castellanoleoneses somos gente muy responsable, muy trabajadora. Esta excelencia formativa y este compromiso y responsabilidad social hay que aprovecharlo más.
Al profesorado deberíamos cuidarlo mejor. Ellos forman a nuestros jóvenes y éstos son nuestro futuro. Precisan una mejor y mayor formación. Necesitamos dedicar más tiempo a este aspecto y al de preparar sus clases y no tanto al de misma.
Hay otros problemas, pero son de índole general. Los centros de FP vivimos en una realidad a veces esquizofrénica y que salvan profesores y alumnos con voluntad e iniciativa. Los programas educativos, los equipos e instalaciones, no pueden cambiar a la velocidad que lo hace la industria. Es decir, estamos en una estructura que es rígida, como la de educación, atendiendo a la más flexible, que es la de la empresa.
Tampoco quiero entrar en el asunto de las reformas y sucesivas leyes educativas y los conflictos derivados de lo autonómico. Este año hemos tenido que consultar a la inspección educativa en qué curso debía matricularse un alumno de 1º que se había trasladado de Madrid porque parte de los módulos que había cursado allí debía cursarlos aquí en 2º, y al contrario. Bueno, es una anécdota pero explica bien como está de organizada la FP en España.
Y la relación con las empresas, ¿está descuidada? ¿cómo conseguir llegar a ellos para colaborar conjuntamente?
La relación Escuela-Empresa se está potenciando y creciendo efectivamente con la llamada FP Dual, que es una buena iniciativa, de la que ya veremos a medio plazo sus resultados, aunque tiene los lógicos vacíos organizativos que se van solucionando con parches legislativos en el sector de educación y con la mejor voluntad por todas las partes. Los siguientes pasos para mejorar las relaciones son la formación de los tutores de la empresa, que deben evaluar al alumnado y las prácticas y estancias del profesorado en las empresas, de las que también hay normativa e iniciativas, pero con muchas dificultades para llevarlas a cabo.
El recelo que podría existir entre dos sectores tan diferentes como el de la educación y el empresarial cada vez es menor. La empresa debería vernos como proveedores de primer nivel y destinar recursos económicos y humanos para que los alumnos, cuando titulan, se parezcan lo más posible a lo que ella necesita, aunque ya sabemos que las empresas tienen una economía bastante apretada, como la de los centros educativos. Y nosotros deberíamos ver a la empresa como el socio en el que terminan nuestros alumnos, “clientes” a los que hay que atender también. No podemos considerarnos “expendedores de títulos” sin más. Cualificamos personas para trabajar y eso es más que dar una certificación; para ello necesitamos a las empresas.
¿Cómo está siendo el impacto digital en el sistema de FP? ¿Qué cambios hay que afrontar para adaptarse a las nuevas circunstancias?
Quizá debamos antes aclarar qué es el impacto digital. Con respecto a la inclusión de tecnologías nuevas, la FP está muy acostumbrada. Lo nuevo es cómo está afectando esta digitalización a todos los procesos y al modo de trabajar, no la propia tecnología en sí.
En general, el impacto en los centros de enseñanza de lo que alguno llama la “revolución digital” es muy grande. Afecta a toda la comunidad educativa y toda la actividad. Quizá más a los centros de FP y en dos aspectos. En primer lugar, porque la incipiente industria 4.0 con el IoT (Internet de las cosas) y demás, no solamente introduce modificaciones en el modo de enseñar del profesorado, por una mayor utilización de la tecnología en la formación, “al dar la clase”, sino también en el modo de aprender de los alumnos, por el mismo motivo, porque tienen más medios y tecnología a su alcance. En segundo lugar, afecta a la FP porque los equipos y sistemas en los que trabajan los alumnos en las aulas y talleres ya están incorporando esas tecnologías.
Hay cambios que ya estamos efectuando, como son el trabajo colaborativo en la nube, el trabajo por proyectos, el uso de plataformas de formación, la evaluación de competencias, etc. Yo creo que quizá el cambio más importante para el que hay que preparar a nuestros alumnos es el de trabajar en red en una economía o mercado global. Es esencial, además, darles formación que les prepare para poder trabajar, si es preciso, en varios empleos, probablemente diferentes. Nadie, creo, es capaz de prever el impacto de la automatización, la robótica, los asistentes personales electrónicos y sobre todo de la inteligencia artificial, por usar un término que creo que todos entendemos, sobre el empleo. Actualmente recibimos ofertas de trabajo para nuestros alumnos de países del extranjero, y también de empresas nacionales que demandan conocimientos elevados de otros idiomas. Con frecuencia no se pueden atender porque, en general, los alumnos no tienen una formación suficiente en este ámbito.
También se ha descuidado un aspecto cada vez más importante en la empresa que es la comunicación. No es fácil trabajar esta competencia en los ciclos de FP con los actuales programas de cada materia, pero la necesidad es evidente.
En los centros ya deberíamos estar preparando a nuestro profesorado para que pudiera ir trabajando con los alumnos los aspectos anteriores. Pero exige recursos que no tenemos. Y tampoco estamos sabiendo adaptar la organización interna para ello.
La estructura en educación y en los centros educativos es rígida y no facilitamos el cambio. Habrá que irlo trabajando poco a poco. Veremos si somos capaces de seguir la velocidad de este cambio tan vertiginoso, porque la realidad es que, si no podemos hacerlo, el mercado nos arrojará de su lado sin remedio.