Antonio García Palacio: «Invito a mis alumnos a ir siempre más allá, a hacerse preguntas que no siempre tienen que tener respuesta» Entrevista Antonio García Palacio

Antonio García Palacio: «Invito a mis alumnos a ir siempre más allá, a hacerse preguntas que no siempre tienen que tener respuesta»

Antonio García Palacio: «Invito a mis alumnos a ir siempre más allá, a hacerse preguntas que no siempre tienen que tener respuesta»
  • Docente de Historia en el Colegio Milagrosa-Las Nieves (Ávila), apasionado de la historia militar y autor de cuatro libros sobre la Segunda Guerra Mundial  
  • Antonio García conjuga la enseñanza con su otra gran pasión: “Utilizo la historia para que mis alumnos comprendan nuestra sociedad actual”

Antonio García Palacios (Ávila, 1987) es profesor de Geografía e Historia de Educación Secundaria y Bachillerato en el Colegio Milagrosa-Las Nieves de Ávila. Pero Antonio no es solo eso, ya que no esconde su gran pasión por la historia, en concreto por la historia militar. Una pasión que le ha llevado a investigar, recopilar información y convertirse en autor de varios libros, ensayos sobre la Segunda Guerra Mundial. Descubrimos aquí su pasión y nos cuenta con emoción sus retos de futuro como historiador y cómo utiliza sus conocimientos en las aulas, para motivar a sus alumnos y atraerlos hacia la lectura y el estudio de la historia.

¿Qué libros ha escrito? ¿Qué podemos encontrar en ellos?

Soy autor de cuatro libros y he tenido la oportunidad de participar en varias obras colectivas. Por orden cronológico, vieron la luz La guerra oculta, el conflicto soviético-japonés (1939-1945); La batalla del lago Balatón, el final de las Waffen-SS; Rumanía, 1944, el martillo de Stalin golpea los Cárpatos; y Cruces en la nieve, la resistencia alemana y letona en Curlandia (1944-1945). 

Mi primer libro se publicó en 2014 y el último en 2020. Todos ellos son ensayos centrados en la Segunda Guerra Mundial, en concreto en temas menos conocidos por el gran público pero que resultan fundamentales a la hora de entender el desarrollo del conflicto.

¿Qué temas le apasionan más?

Mis investigaciones se han centrado en cuestiones vinculadas con la historia militar de Europa, aunque también me despierta un profundo interés todo lo relacionado con la historia social o la antropología.

¿Qué planes tiene de nuevos libros u otros proyectos?

Estoy en mi tercer año de investigación doctoral, circunstancia que me ha obligado a aplazar mis proyectos editoriales.

Desde 2021 estoy inmerso en una tesis dirigida a estudiar los movimientos políticos de oposición al franquismo dentro del bando sublevado tanto en el contexto de la guerra civil española como en la primera posguerra, prestando una atención especial a falangistas, carlistas y monárquicos.

En un futuro me gustaría retomar la escritura de divulgación con un ensayo sobre las operaciones antipartisanas que llevaron a cabo los alemanes en Yugoslavia en el contexto de la Segunda Guerra Mundial.

¿Cómo combina su labor como docente con la escritura? ¿Se retroalimentan mutuamente?

Lamentablemente, dentro del nuevo marco legislativo, se está potenciando la labor del docente como burócrata, dejando a un lado la faceta de educador. Nos hallamos inmersos en una maraña de papeles y demás documentos administrativos que restan tiempo y energías para ofrecer una educación verdaderamente centrada y dirigida al alumno. En este sentido, personalmente, tanto la escritura como la investigación suponen un esfuerzo añadido al día a día en el aula. La falta de apoyo económico a los investigadores en las distintas ramas de conocimiento hacen que sacar adelante este tipo de proyectos suponga sacrificar muchos aspectos de la vida personal y familiar.

¿Cómo utiliza su experiencia como autor para enriquecer el aprendizaje de sus estudiantes?

Una de mis máximas es invitar a los estudiantes a ir siempre más allá, a hacerse preguntas que no siempre tienen que tener una respuesta, porque pueden no tenerla o tener varias. Sobre todo en cursos superiores trato de hacerles ver lo positivo y gratificante que es pensar por uno mismo, buscar fuentes históricas e interpretarlas, construir conocimiento histórico y compartirlo. En general, cuando los alumnos han conocido mi faceta de autor siempre han mostrado interés y admiración por el trabajo realizado.

¿Cómo logra captar el interés de los estudiantes en materias como la literatura o la historia?

Captar la atención del alumnado es uno de los grandes retos a los que nos enfrentamos. El secreto está en conectar el pasado con el presente a través de la historia, enseñarles que nuestro mundo es el resultado de un proceso histórico complejo y que necesitamos profundizar en el pasado para entender nuestro presente. Los temas de actualidad son un buen filón para buscar el reflejo de nuestro mundo en otros momentos de la historia.

¿Cómo conecta la historia con los desafíos y la realidad actual para sus alumnos?

Mi objetivo es presentar la asignatura como una herramienta, no sólo para adquirir una cultura histórica, sino también para comprender las particularidades de nuestra sociedad. Trato de hacerles ver cómo los seres humanos se han enfrentado a grandes problemas a lo largo del tiempo pasado que han exigido grandes soluciones.

Nuestra sociedad, aunque pensemos que lo sabemos todo, está también inmersa en un proceso de cambio profundo cuya explicación exige echar la vista atrás.

La escritura viene de la mano de la lectura. Supongo que será un voraz lector. ¿Cómo cree que puede enganchar a los alumnos y contagiarles su amor por la lectura y la escritura?

Siempre le digo a los alumnos que la lectura es una ventana al conocimiento. Lógicamente, mis recomendaciones se orientan a temas de tipo histórico, pero les insisto en que, independientemente del tema, se vayan haciendo su propia biblioteca. Tenemos un reto por delante en este sentido porque hemos hecho una apuesta grande por la digitalización de los centros y de las aulas, pero ello no debe hacernos olvidar la importancia de saber leer –y entender lo que un texto quiere transmitir– y escribir.

“La educación tiene un gran reto por delante porque hemos hecho una apuesta por la digitalización del aula pero ello no debe hacernos olvidar la importancia de saber leer –y entender lo que un texto quiere transmitir– y escribir”

¿Cuáles son los mayores desafíos al enseñar Historia en la era digital y cómo aborda estos retos en el aula?

El principal desafío es poner el conocimiento histórico al servicio de la sociedad. Comprender lo que fuimos para explicar lo que somos. En este sentido, las tecnologías juegan un papel muy importante, no como fin en sí mismas, sino como medio para acceder a diferentes fuentes históricas y a una documentación archivística en proceso de creciente digitalización.

¿Ha implementado alguna metodología distinta en tus clases para animar a los alumnos a iniciarse en la investigación histórica o para que comprendan mejor los eventos clave?

Más allá de una metodología concreta “con nombre y apellidos”, un recurso habitual en mis clases pasa por buscar los puntos de conexión entre el pasado y el presente, haciendo entender a los alumnos que el ser humano de tiempos pasados no difiere tanto del actual y que las sociedades, independientemente del tiempo histórico, siempre han estado sometidas a una serie de problemas y desafíos que han condicionado su realidad.

De sus dos pasiones, la enseñanza y la Historia, ¿con cuál se queda?

Una complementa a la otra. Como docente vocacional, mi día a día pasa por el aula. Creo que soy un privilegiado al poder compartir tiempo, conocimiento y experiencias con el alumnado, formando parte de su crecimiento intelectual y humano. Me cuesta pensar en una alternativa si me dieran a elegir un trabajo diferente. Por otro lado, como historiador, tengo una inquietud permanente por leer, aprender e investigar, necesidades que he tratado de cubrir en los últimos años con la redacción de varios ensayos históricos y, en la actualidad, con una tesis doctoral en curso la cual espero dé sus frutos próximamente.

¿Cómo cree que el estudio de la historia contribuye a la formación de ciudadanos críticos y comprometidos con la sociedad?

La historia no es un instrumento al servicio de ideologías políticas. Estamos asistiendo a un proceso revisionista que se sirve del pasado para tratar de justificar o legitimar ciertas actuaciones en el presente y eso es muy peligroso. Partiendo de ahí, mi objetivo es que los alumnos se aproximen al conocimiento del pasado sin prejuicios, sin juzgar los hechos ni los personajes, y huyendo de interpretaciones simplistas. Si ya es complicado entender el presente en plena sociedad de la información y la comunicación cuánto más en el caso de hechos históricos a los que sólo podemos acceder a través de fuentes incompletas, sesgadas o intencionadamente adulteradas.