‘Aquí me siento bien: esta también es mi casa.
Manejo Emocional del niño Migrante tras el viaje migratorio’
por Montserrat Alonso Álvarez (Colegio Virgen de la Peña. PT, Psicología, Psicopedagogía y Gestión de Calidad).
Desde ni niñez más temprana, recuerdo las conversaciones de mis padres a la mesa, conversando sobre sus años de migrantes en Suiza. Fueron emigrantes de aquellos de los 60, cuando España sufría tal crisis que salir del país se presentaba como la única solución posible. Con apenas unos estudios básicos, y con un absoluto desconocimiento del mundo, se instalaron en Berna, la capital, donde permanecieron durante 14 años. Allí nací yo. Solamente estuve 3 años, los suficientes como para que mi memoria recordara imágenes, olores e incluso sabores en mis posteriores viajes a la tierra alpina que me vio nacer.
Las emociones que describe el director de cine Carlos Iglesias en su película “Un franco 14 pesetas” (2006), calcan a la perfección las diferencias que, ya hace años, existían en países europeos con respecto a la acogida del migrante. Me sobrecogen las descripciones de mi padre con respecto al primer día de escuela de mi hermana: era el propio “patrón” quién acompañaba a mis padres a llevarla en aquella jornada tan importante de su vida; les presentaba a la maestra del “kindergarten” y les animaba en el acto de cortar el lazo emocional con su hija en un país desconocido para ellos.
A lo largo de 15 años de vida laboral como maestra de Pedagogía Terapéutica en el Colegio Virgen de la Peña (Bembibre), mi contacto con los niños migrantes ha sido constante. Zona minera por excelencia –ahora en decadencia-, y receptora de extranjeros en pos de la misma fortuna que años atrás muchos españoles, he podido observar las conductas y procesos de adaptación que muestran estas familias. La gran mayoría de origen árabe, casi siempre separados del padre durante los primeros años de acomodación, y posteriormente familias reagrupadas con esposas e hijos. Las dudas han estado desde siempre:
¿Imaginas lo que siente un niño cuando deja su país? ¿Se les pregunta con frecuencia qué es lo que sienten?, ¿Cómo se sintieron cuando dejaron atrás amigos, familia, paisajes, recuerdos…? ¿Se les pregunta acaso sobre lo que sintieron cuando llegaron?, ¿Quién les ayudó?, ¿Cómo resolvieron sus conflictos emocionales?, ¿O tan siquiera, si los han superado?, ¿O acaso con frecuencia el profesor de música les sugiere que entone una melodía de su país de origen y que expliquen lo que ensalza?, ¿Se procura cada día facilitar su integración en el aula, pidiéndoles que ejemplifiquen aquel concepto del que se está hablando para ampliar el punto de vista, la visión del problema a debatir, o simplemente que se sienta importante y aporte su experiencia al igual que el resto de sus compañeros?, ¿O quizás se les dé la oportunidad en los centro católicos de entonar una oración a Alá, al igual que él escucha las oraciones a nuestro Dios, en pos del respeto, la tolerancia y la apertura a las otras culturas y religiones? ¿Somos conscientes quiénes les rodeamos en la escuela de que mientras no elaboren el duelo migratorio al que las circunstancias vitales les ha retado, no podremos pretender otro tipo de avances, y menos aún los académicos? ¿Podríamos minimizar el porcentaje de riesgo de abandono escolar temprano educando las emociones?
En pos de serenar mi conciencia, se generaron en mi mente las directrices para el proyecto: “AQUÍ ME SIENTO BIEN: ÉSTA TAMBIÉN ES MI CASA. Manejo Emocional del niño Migrante tras el viaje migratorio”.
A emociones y sentimientos provocados en los niños y familias por el hecho migratorio, el duelo que genera –Síndrome de Ulises-, el manejo de la llegada y la adaptación socioemocional al nuevo entorno y al centro, la situación socioeconómica inestable a la que se enfrentan, la falta de redes sociales de apoyo, etc…, se les añade todo lo relativo al ámbito curricular. Por si fuera poco todo lo mencionado, los niños han de sacar aun mas fuerzas para poder enfrentarse a un sistema educativo, sobre el que los organismos oficiales y el estado teoriza maravillas sobre la educación individualizada y adaptada, donde justifican sus decretos y decisiones con teorías educativas como programas de apoyo, niveles de desarrollo integral, motivación, inmersión lingüística, etc., para luego contradecirse conduciendo a estos pequeños a hundirse en la frustración y en la desmotivación hacia todo lo escolar por medio de pruebas del mismo nivel que su grupo de edad, mismo temario, mismos libros de texto… esto no es acogida. Ni siquiera humanidad.
El síndrome de Ulises quizás no abarque a la infancia con la misma sintomatología que a los adultos, hecho influido por la mayor capacidad de adaptación a los acontecimientos en edades tempranas, así como la inmadurez e inconsciencia de los pequeños sobre las causas y problemáticas reales que generan este tipo de decisiones.
De todo lo explicado anteriormente, se deducen los objetivos básicos del proyecto:
Todo el proyecto se encuadra bajo las directrices de teorías y pensadores de referencia en cuanto a las Inteligencias Múltiples (H. Gardner) y la Inteligencia Emocional (Goleman), el Trabajo Cooperativo (Johnson & Johnson), la terapia Racional Emotiva (A. Ellis), etc.
Las actividades desarrolladas estaban encuadradas en las 8 inteligencias del profesor Gardner, tratando de desarrollar la comprensión de las emociones de todo el proceso migratorio, paralelamente al desarrollo de éstas. Del mismo modo, se pretendía que el alumno fuera capaz de detectar las cogniciones negativas que generaban sus emociones, para poder cambiarlas y tornarlas positivas.
A modo de conclusión, solamente apuntar que fue una experiencia muy positiva y enriquecedora. El solo hecho de poder identificarse con otros niños, de observar cómo los otros exteriorizaban sus vivencias y emociones en cada uno de los tres momentos del viaje, de abrir sus corazones y mostrar sus miedos más profundos, de descubrir emociones a las cuales no podían ponerles nombre, de ejemplificar “lo sentido” con ejemplos más cercanos al aula ordinaria, de descubrir que las emociones están inmersas en cada momento de la vida, e incluso en las obras de arte más famosas o en los objetos que nos rodean en la vida cotidiana, en la música, etc., les había proporcionado una nueva perspectiva de su experiencia migratoria. Nunca antes habían tenido la oportunidad de analizar toda aquella amalgama de emociones que, a modo de tempestad, les inundó el día que salieron de su país. En la mayoría de los casos, la versión de los padres había sido escueta e infantilizada. Esta experiencia les había permitido comprender su viaje migratorio desde una perspectiva más amplia. Y lo más importante, dentro de un grupo de referencia con el que se sintieron totalmente identificados. Daba igual el lugar de origen, la lengua materna o la cultura: estaba sucediendo… “ellos habían sentido lo mismo que yo”.
Creo que a estas alturas perciben su “viaje” de una forma muy distinta y gratificante…
Genial proyecto. Muchos de nosotros deberiamos atomar ejemplo.
Desde luego q el artículo esta genial.
Realmente es algo inexplicable lo q pasa en las vidas de los emigrantes. Y Monse da una clara y realista de lo que es.
Brillante Mon!!
Me pareció un proyecto muy interesante. Felicidades!
Me pareció un proyecto muy interesante. Quisiera saber más sobre él. Felicidades!
Precioso.